Gentileza de Farmacias Campregher
El fácil acceso a los medicamentos y la falta de costumbre de consultar a los profesionales son los pilares de la automedicación, una práctica en aumento en la Argentina y el mundo. Si bien es difícil tener cifras oficiales de su impacto -ya que la informalidad de la actividad no se puede registrar -distintos especialistas trabajan para dar un mapa concreto de este flagelo. En un estudio en marcha que realiza Centro Provincial de Referencia en Toxicología, el 70 por ciento de las personas admite tomar medicamentos por consejo de personas no profesionales en la materia, como médicos o farmacéuticos. Además, los datos que maneja el sector en la provincia de Buenos Aires alertan sobre el constante crecimiento.
Dentro de un panorama oscuro, la situación tiende a complicarse. Es que a la costumbre de tomar medicamentos por consejo de amigos o parientes se suma el fácil acceso a ellos, producto de un mercado ilegal e informal impune. Entonces, si alguien recomienda un psicofármaco para dormir -algo muy peligroso -la persona puede ir a un almacén o kiosco y conseguirlo. Según los datos preliminares de un estudio que está realizando el Centro Provincial de Referencia en Toxicología, más del 70 por ciento de los encuestados aceptó haber consumido medicamentos sin consultar a un profesional. El trabajo, que fue difundido por la edición del domingo del diario Perfil, advierte que "el remedio puede llegarles a costar más caro que la propia enfermedad". Es que los datos oficiales del ministerio de Salud de la Nación indican que en los últimos años se detectaron en todo el país "entre 206 y 281 muertes al año, a causa de envenenamientos accidentales con sustancias tóxicas".
A la cabeza de los productos usados están los medicamentos de venta libre, pero desde hace un tiempo, psicofármacos y ansiolíticos ganan terrero. Los especialistas coinciden que su fácil acceso, en especial en el mercado negro o a través de las páginas web, potencia el peligro.
"Es un error medicar los sentimientos sin prescripción médica. Se debe consultar a un profesional que tratará el origen del problema y de ser muy necesario, le recetará psicofármacos", explicó en la nota publicada por Perfil María Teresa Calabrese, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). La "medicalización" de la vida diaria es un problema que afrontan esta y otras sociedades, y en tiempos de crisis se dispara.
"Tiene que ver con el stress que tiene la gente y con el poco tiempo con el que cuenta el médico para atender a un paciente y establecer una relación. Se prescriben medicamentos que podrían evitarse con una dieta adecuada o con alguna actividad física", completó la psiquiatra y profesora de la UBA, Lía Ricón.
Además, la profesional acusa "el bajo nivel de información de la ciudadanía en relación con los efectos adversos o peligros de adulteración de medicamentos, y la falta de lectura de los prospectos".
Desde el sector farmacéutico se viene batallando para controlar este flagelo. Uno de los pasos es evitar la venta fuera de farmacias, lo que garantiza la calidad del medicamento y su correcto uso. Pero las leyes en el país no se cumplen como debiera, en especial cuando poderosos intereses económicos se anteponen. Esa es la única explicación a la medida que una jueza porteña tomó hace unas semanas, autorizando la venta en kioscos y almacenes en Capital federal, violando abiertamente la ley votada por unanimidad por el Congreso den noviembre de 2009.
Es que la industria farmacéutica es un gigante económico con mucho poder de lobby. En 2010, a partir de un estudio del Instituto de Estadística y Censos (INDEC), se registró un aumento del 21,7 por ciento del mercado. Dentro del mismo, existen dos grandes grupos: medicamentos de venta libre (cuyas ventas crecieron un 12 por ciento el último año), y los psicofármacos(aumento del 8 por ciento). Con estos números, corroborado por la consultora IMS Health, los laboratorios cuentan con recursos para afrontar cualquier desafío, no importa cuánto impacte en la salud de la gente.
El problema se centra, tal como manifiesta María Teresa Calabrese, en que pueden provocar adicciones de las que no es fácil liberarse y su abrupta suspensión provoca abstinencia: "Tengo pacientes que se tratan desde hace varios años y que mejoraron mucho, pero no dejan el Rivotril, tienen una dependencia como si fuera placebo. Peor cuando hacen cócteles explosivos de sedantes con alcohol, que se reconoce como forma de inicio en el uso indebido de drogas entre adolescentes".
"Dame diez caramelos, dos blister de aspirinas, tres tiras de Ibuevanol y un paquete de cigarrillos". Esta frase parecía haber quedado en el olvido por la ley, aprobada en noviembre de 2009, que deroga el Decreto 2.284 de 1991 y prohíbe la comercialización de medicamentos de venta libre en kioscos, almacenes y supermercados.
"El expendio de fármacos en comercios dedicados a alimentación, cosmética, esparcimiento o en la vía pública colabora con el fomento de la automedicación", acusó Ana Girardelli del servicio de Toxicología del Hospital Interzonal de Agudos de La Plata.
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