martes, 19 de octubre de 2010

Hijos del rigor…

Deán Funes - Al parecer la única manera de acatar las consignas es mediante el rigor de los controles, tanto policiales como de los inspectores de tránsito.
Pero cuando estos guardianes del orden no están, las calles son tierra de nadie. Esta situación se debe a un solo motivo, la falta de educación y respeto de los conductores para con su prójimo.
Como ejemplos podemos mencionar a carros por doquier (recordemos que tienen acotada a un horario la circulación por el centro), automóviles mal estacionados, bicicletas de contramano, motos cuyos ocupantes no llevan casco, camiones de gran porte por calles de circulación restringida, etc., etc., etc..
Las multas no alcanzan y hasta creemos que son en vano, sabemos de motociclistas que llevan varias multas y secuestro de sus motos siempre por el mismo motivo.
Tal vez la solución no está en amontonar inspectores en el centro (donde todos los ven hacer algo), sino apostarlos en lugares estratégicos como los ingresos a la ciudad (calle Urquiza, Zanichelli, Eva Perón…), o calles de gran tránsito como Avenida Argentina, Domingo Cabrera o Bombero Medina.
Si pretendemos que esta sea una ciudad en serio, tomemos el toro por las astas, y comencemos a controlar “en serio”, para que el tránsito deje de ser un caos.

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