Deán Funes - "En antiguas sombras y viejos crepúsculos donde se había extraviado la infancia nacieron las hondas tristezas del mundo y se hicieron sus héroes ..." GRAHAM GRENE.
Actualmente el mundo de los valores es una constante preocupación. Indiscutiblemente los valores se acuñan en los primeros años de nuestra vida, al lado de nuestros padres o de quién sea. Sucede entonces que por razones a primera vista lógicas, los conductores de la niñez imponen o determinan las pautas morales que los chicos habrán de seguir, claro que desde su propio, personal y adulto punto de vista. Pero ocurre que los esquemas han variado y el mundo en que crecen nuestros hijos no es el mismo en que crecimos nosotros. En todos los terrenos estos enfoques han cambiado sustancialmente y es lógico. No obstante dentro de este mundo original de valores hay arquetipos que perduran en su exelencia y vitalidad; allí es donde hay que vigilar el acento y transmitir a los hijos una serie de líneas morales que serán el andamiaje de su personalidad. El mundo de los valores está muy convulsionado y a menudo los jóvenes se topan con actitudes adultas no muy ejemplificadoras y se encuentran con que les faltan sólidos cimientos morales que les ayuden a discernir entre lo que vale y lo que no, ya que estos componentes morales deben afincarse en el hombre desde la niñez. No se trata de inculcar en los chicos los mismos principios que se vienen repitiendo desde nuestros bisabuelos, porque el ritmo del siglo, en ese aspecto es muy demandante y la evolución de costumbres, junto con la desaparición de ciertas tradiciones, hará que lo que les enseñemos hoy a los chicos no les sirva en el futuro. Pero habrá algo que no variará (la historia del mundo así nos permite suponerlo) y será ese mundo de valores auténticos, perdurables, inmarchitables que constituyen el gran fondo moral del ser humano y que los padres de este siglo XXI debemos conquistar y fecundar para y en nuestros hijos.
"...En la naturaleza del hombre está escrito amar, con un amor grande como el océano, un amor que todo lo abarca. El hombre tan sólo debe lanzarse a las mareas de la Vida con el corazón abierto, y su propia naturaleza hará el resto. Es el amor el que traerá la transformación del alma...y con ella vendrá la transformación del mundo.
Cuando un hombre alcanza el Amor, el universo entero se estremece en su gloria".
Graciela Vergara.
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